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“Creamos la mayor parte de nuestro sufrimiento, por lo que debería ser lógico que también tengamos la capacidad de crear más alegría. Simplemente depende de las actitudes, las perspectivas y las reacciones que aportamos a las situaciones y a nuestras relaciones con otras personas. Cuando se trata de la felicidad personal, hay muchas cosas que nosotros como individuos podemos hacer ”. – Dalai Lama y Desmond Tutu

El Dalai Lama y Desmond Tutu. Ellos son los auténticos protagonistas del libro de hoy. 

Supongo que la mayoría de vosotros sabéis quién son el Dalai Lama y Desmond Tutu, pero por si acaso, vamos a hacer las presentaciones oficiales: el Dalai Lama es un líder espiritual tibetano. Es el dirigente de la Administración Central Tibetana y el máximo responsable del budismo tibetano. En los años 50 tuvo que salir de Tíbet y exiliarse en India tras la invasión del gobierno chino y desde entonces vive en la ciudad de Dharamsala, al note del país. 

Desmond Tutu, por su parte, es un Arzobispo y pacifista sudafricano, que ganó fama a nivel internacional por su lucha contra el Apartheid. 

Ambos son amigos desde hace muchos años y ambos también han sido galardonados con el premio Nobel de la Paz.

Si en vez de leer el post preferís ver la reseña en vídeo, os dejo aquí el enlace a mi canal de Youtube, donde la podéis ver. Si preferís seguir leyendo, podéis saltaros el vídeo.

En abril de 2015, Tutu viajó a la ciudad de Dharamsala para celebrar el 80 cumpleaños del Dalai Lama. Los dos compartieron una semana de lo más curiosa, llena de conversaciones y de anécdotas, centradas en responder a una sola pregunta: ¿Cómo podemos encontrar la alegría mientras afrontamos el inevitable sufrimiento de la vida? 

Todas esas conversaciones, anécdotas, historias y reflexiones las recoge Douglas Abrams en El Libro de la Alegría.

Portada El Libro de la Alegría del Dalai Lama y Desmond Tutu

¿Lo recomiendo?

Si eres un ser humano, El Libro de la Alegría es para ti. Sí, así de fácil y simple. 

Es un libro para todo el mundo. Y es un libro que te deja una sonrisa en la cara cuando terminas de leerlo. No creo que haya muchos que puedan decir lo mismo. 

De primeras, quizás esperas que El Libro de la Alegría esté centrado en la religión. Y aunque sí que el Dalai Lama y Desmond Tutu hablan de su fe, el libro mezcla política, religión y fronteras éticas para hablarnos directamente como seres humanos, que vivimos en la Tierra con otros seres humanos. 

El Dalai Lama y Desmond Tutu son bondad, coraje, humildad, compasión y alegría. Y a través de sus conversaciones inspiran a cualquiera que lea el libro a ser su mejor versión. 

No es un libro para leer de una sentada, durante un fin de semana largo. Es un libro para leer con calma, para analizar lo que dicen y para pensar realmente en el valor de sus palabras. Sobre todo teniendo en cuenta su contexto pasado y la vida que estos dos hombres han tenido. 

Si me tengo que quejar de algo es de Douglas Abrams, el co-escritor y editor de Tutu. Es él quien recopiló las conversaciones y las transformó en libro. 

Entiendo que, por el bien de todos, tiene que haber un moderador; una persona que ponga orden a 7 días de conversaciones y de convivencia. Pero en muchos momentos del libro este pobre hombre me sobraba bastante. 

Tanto el Dalai Lama como Desmond Tutu tienen suficiente carisma y personalidad como para que el resto no me interesara mucho. Y en muchas ocasiones, me dio la impresión de que Abrams pasaba por encima y se dejaba notar demasiado. 

Respondiendo una sola pregunta

Volvamos a lo esencial, la pregunta que el Dalai Lama y Desmond Tutu querían responder durante esa semana: ¿Cómo podemos encontrar la alegría mientras afrontamos el inevitable sufrimiento de la vida? 

En todo el libro, ambos comparten y abordan los muchos obstáculos que hay hasta llegar a la alegría, pero me voy a centrar en 3 lecciones que desarrollan para hacer frente al problema base y para saber cómo superarlo.

1.Una vida sin sufrimiento no existe

Especialmente en Occidente, nos intentan vender la idea de que es posible eliminar todo el sufrimiento de nuestra vida. Tenemos una pastilla para todo, el dinero (supuestamente) soluciona todos los problemas y una vez consigas tener un marido o mujer y tus dos hijos perfectos, entonces serás feliz para siempre. 

Sí, si habéis vivido una infancia llena de películas de Disney, sabéis a lo que me refiero. Pero, en este caso, centrémonos en los niños.

¿Cómo llega un niño al mundo? A través de un proceso nada agradable que se llama dar a luz. 

Sí, luego dicen que te olvidas de todo el dolor y demás, pero si habéis pasado por un parto o tenéis alguien cercano que haya dado a luz, sabéis que no es precisamente un proceso agradable, placentero e indoloro. 

Si las mujeres no decidieran pasar por ese sufrimiento a cambio de tener un hijo, la raza humana estaría más que acabada y finiquitada. 

Quizás el dar a luz es el ejemplo más obvio, pero si pensáis en las experiencias que más os han enseñado, lo más probable es que la ira, la frustración o incluso la tristeza formaran parte de ellas, lo que a su vez os permitió crecer muchísimo. 

Centrarnos en los demás

El Dalai Lama y Desmond Tutu están de acuerdo en la importancia del sufrimiento, pero solo si se experimenta de una forma especial: cuando estamos sufriendo, tenemos que alejarnos de nosotros mismos y centrarnos en los demás. 

Este es uno de los 4 grandes pensamientos del Lojong, una práctica de entrenamiento mental en la tradición budista tibetana que practica el Dalai Lama y que está formada por 59 aforismos. 

Si te centras solo en tu dolor, lo haces crecer. Mientras que si te centras en los demás, te ayudas a ti mismo a gestionar tu dolor de dos formas: 

-Si te sales de tu camino para ayudar a alguien, te olvidas de tus propios problemas y te sientes mejor, porque estás haciendo algo bueno.

-A menudo verás que hay otras personas que están mucho peor que tú.

Hay un ejemplo en El Libro de la Alegría que me parece perfecto para explicar esto: un día, el Dalai Lama tuvo que cancelar una charla que tenía que dar e irse corriendo al hospital por un dolor muy fuerte que tenía en el estómago. De camino al hospital, vio a un hombre en un lado de la carretera. El hombre era mayor y se le veía que estaba muy enfermo, que iba a morir pronto.

Sabiendo eso y sintiendo su agonía y sufrimiento, fue más fácil para el Dalai Lama pasar el suyo propio. No podía hacer nada por él, pero por lo menos convirtió el sufrimiento de aquel hombre en una fuerza para hacer el bien. 

Al final no se trata de ser perfecto o de ser un santo, sino de manejar el sufrimiento de la mejor forma posible. 

2.Como no podemos controlar el sufrimiento, debemos practicar nuestra respuesta al mismo

La auto-conciencia ayuda mucho a lidiar con el sufrimiento, porque te permite ver lo que controlas y lo que no puedes influenciar. Mucho del dolor que sufrimos, se nos inflige externamente. Por ejemplo, a través de eventos desafortunados, desastres naturales, enfermedades o cosas malas que le suceden a las personas cercanas a nosotros.

Si bien no puedes evitar que esto pase, porque al final es la vida, hay un elemento que sí controlas en esta ecuación: tu reacción a esos eventos. 

Tal y como dicen tanto el Dalai Lama como Desmond Tutu, el sufrimiento a menudo conduce al miedo y la frustración, pero esas son creaciones de nuestra mente, no de la realidad. La inmunidad mental, como ellos la llaman, es el equivalente a un sistema inmunitario saludable: aún sentirás dolor, pero podrás evitarlo mucho mejor.

Y el ejemplo aquí lo pone el Arzobispo Tutu. En el pasado, era una persona que se ponía de los nervios cuando se encontraba en un atasco de tráfico. Y no reaccionaba de la mejor forma, demostrando incluso físicamente su enfado por estar metido en medio de ese atasco. 

Con los años, Tutu aprendió a gestionar sus emociones y tratar ese mismo atasco como una oportunidad para meditar, orar y practicar la paciencia. 

3. La compasión y la tristeza nos ayudan a aliviar nuestras respuestas problemáticas al sufrimiento

Ya sea sufrimiento externo o interno, en muchas ocasiones ese sufrimiento es el resultado de haber tenido unas expectativas que no terminaron cumpliéndose. 

No esperamos meternos en un atasco, que nos diagnostiquen una enfermedad mortal o que suban el precio de nuestra comida favorita en el supermercado, por lo que la realidad “nos falla” y nos estresamos y nos enfadamos con el mundo. Y el resultado final es, otra vez, el miedo. 

Para convertir ese miedo en alegría, o al menos no dejar que ese miedo se haga con el control, podemos canalizar el estrés y la ira en compasión y tristeza, que son dos sentimientos mucho más productivos.

Ya sea siendo compasivo contigo mismo y dejando de culparte, o que alguien te de la mano y te diga que todo irá bien, este cambio es una forma de lo más poderosa de disolver la ira al instante. 

En cuanto a la tristeza, es una emoción que nos permite reflexionar y procesar las cosas malas que nos pasan, que podemos usar para luego tomar medidas positivas, por ejemplo, honrando a los muertos y su legado, viviendo de una forma que los haga sentir orgullosos y ayudando a otros hacer lo mismo.

Los 8 Pilares Para Cultivar la Alegría

Además de estas tres lecciones, que me parecen básicas, el Dalai Lama y Desmond Tutu hacen en El Libro de la Alegría su propia lista de los 8 pilares para cultivar la alegría, que son los siguientes:

-Perspectiva

-Humildad

-Humor

-Aceptación

-Gratitud

-Perdón

-Compasión

-Pensar en los demás

En muchos casos parecen muy sencillos y obvios, pero estoy segura de que muchos de nosotros ni siquiera pensamos en la mayoría de ellos en el día a día. Es fácil olvidar lo importante ocupando nuestra vida con cosas que no lo son. 

Conclusión

Sé que quizás El Libro de la Alegría no es el título más práctico que leáis en vuestra vida.  Básicamente, porque no es un libro con un plan a seguir durante X semanas. Es un libro que nos enseña a practicar con nuestros sentimientos y eso no lo enseñan en ningún colegio. Y cuesta. 

Aprender a transformar el sufrimiento en alegría, dejar que cuaje y revisitar ese proceso a menudo, para ser cada vez mejores al hacerlo, es un proceso que lleva toda una vida. Y el Dalai Lama y Desmond Tutu lo saben bien. Pero parece que vale mucho la pena.

Yo estoy dispuesta a intentarlo y espero que muchos de vosotros también, por lo menos leyendo el libro. Creo que este es de los que os pueden cambiar la vida. Para bien. 

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