Cinco cosas que he aprendido desde que decidí cambiar de vida
Como ya os conté en el primer post de la categoría Mi Cambio, el objetivo del blog no es sólo ir publicando reseñas de libros que os puedan ayudar a cambiar vuestra vida en algún sentido, sino que yo quería ejercer de conejillo de indias e ir experimentando ese cambio en mi misma. Aplicar lo que voy aprendiendo e ir explicando a través de los posts la evolución que percibo.
Tras explicaros un poco el motivo que me llevó a querer hacer un cambio en mi vida, hoy quería enumeraros cinco cosas que, desde que decidí abrir el blog y cambiar de vida, he aprendido.
La primera de ellas es que hay que tener paciencia. “Anda que lista”, pensaréis. Pero es una lección que he aprendido a las malas y que realmente hay que tener en mente si vosotros también decidís llevar a cabo algún cambio.
Yo soy una persona que no destaca por su infinita paciencia (los que me conocéis, lo sabéis) y desde que empecé con este reto he aprendido a tomarme las cosas con un poco más de calma. Todo lleva su tiempo: el ahorro de dinero, la evolución del blog, el cambio físico al transformar la rutina…todas las pequeñas cosas que he ido modificando las noto, pero sé que cuanto más tiempo pase, mayor será ese cambio.
A veces nos empeñamos en quererlo todo YA y, teniendo en cuenta en el tipo de sociedad que vivimos, no me extraña nada. Sí, yo también he querido matar a alguien porque el metro llegaba 2 minutos tarde o porque no me cobraban lo suficientemente rápido en Zara.
Pero, desde que decidí emprender esta nueva aventura, me he obligado a tener paciencia y a respirar unas cuantas veces antes de tener una mala reacción con nadie. Cuesta, pero hay que practicarlo cada día un poco.
La segunda cosa que he aprendido es que la persona más importante en mi vida soy yo. “Ahí va, otra obviedad”, diréis algunos. A lo que yo os respondo que no, no es ninguna obviedad y realmente a veces se nos olvida ponernos delante de cualquier otra cosa.
Ni el trabajo, ni las obligaciones diarias ni ninguna persona que os rodea es más importante que vosotros mismos. Aquello que dicen de “quiérete a ti antes de querer a nadie” es una verdad como un templo. Mientras la salud nos acompañe, el resto de cosas siempre tienen solución (aunque a veces parezca que no), así que nunca habrá NADA en el mundo que sea más urgente que cuidar de vosotros mismos. Una vez eso esté cubierto, puede venir todo el resto.
La tercera cosa que he aprendido desde que abrí el blog es a ser consecuente conmigo misma. Es decir: si no eres capaz de mover un dedo para conseguir lo que quieres, entonces no te quejes. Y esta frase se puede aplicar a cualquier aspecto de la vida diaria que dependa de que tomemos cartas en el asunto: un ascenso, una mejora salarial, una pareja o una mejor relación con la familia.
Da igual a lo que nos estemos refiriendo, porque al final, quien no levanta el culo de la silla y hace algo, se queda en el mismo lugar en el que está. Y quejarse de ello no sirve absolutamente de nada. Al revés, si invirtiéramos todo el tiempo que nos dedicamos a quejarnos de las cosas que nos pasan a cambiar lo que no nos gusta de nuestra vida, seguro que habríamos avanzado mucho más camino.
La cuarta cosa es la perseverancia: hay que insistir, hay que ser pesado y luchar por lo que uno quiere y no se puede dejar todo a medias, porque a los tres días algo no haya salido como esperábamos. Esta es, como la paciencia, una cualidad que yo no tengo muy desarrollada, por decirlo de alguna forma. Así que en estos últimos meses estoy tratando de ser lo más pesada e insistente que puedo (aunque si seguís el blog cada semana, lo vais viendo ¿no? jeje).
Al final, nadie regala nada y las cosas que cada uno consigue en la vida, las consigue porque las lucha, de una forma o de otra. Es por eso que, desde que comencé leyendo El Código de las Mentes Extraordinarias, decidí que esta vez las cosas iban a ser distintas, por lo menos en lo que a mi respecta.
Y, por último, la quinta cosa que he aprendido es que nos creemos mucho menos capaces de lo que realmente somos. Esto es, sobre todo, en referencia al tema de la inversión (del que, en breve os contaré más).
Yo suspendí toda la ESO la asignatura de Matemáticas y me la tuvieron que aprobar por consejo escolar antes de comenzar Bachillerato. Sí, los números no eran lo mío. O eso me hicieron creer, porque en la carrera de Periodismo me saqué la asignatura de Estadística con una buena nota y más tarde empecé a trabajar en un periódico económico (mi pobre profesor de Matemáticas del Instituo se hubiera hecho cruces).
Explicada la batallita de turno, lo que quiero decir con esto es que, al final, no somos lo que nos dicen que somos. Porque si yo me hubiera fiado de mi profesor, ahora mismo no sabría lo que es una cuenta de resultados ni un Ebitda. Así que, igual que hice con mi fobia a las Matemáticas, estoy intentando aprender poco a poco sobre inversión, para poder entender y aprovechar esa opción y así asegurarme un futuro mucho mejor.
Y si yo pude y estoy haciéndolo ahora mismo, cualquiera de vosotros puede hacerlo. Las barreras nos las ponemos siempre nosotros, así que ¿por qué no saltarlas hoy?