Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva – Stephen Covey
“Siembra un pensamiento, cosecha una acción; siembra una acción, cosecha un hábito; siembra un hábito, cosecha un carácter; siembra un carácter, cosecha un destino “
Stephen Covey me ha vuelto loca. Sí, literalmente. Y os preguntaréis por qué. Pues es muy sencillo: su libro lo recomienda hasta el apuntador. Notas increíbles en Amazon, incluido en todas las listas de libros de desarrollo personal, vídeos en Youtube… vaya, que este hombre le sacó mucho partido a sus 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva.
Si en vez de leer el post preferís ver la reseña en vídeo, os dejo aquí el enlace a mi canal de Youtube, donde la podéis ver. Si preferís seguir leyendo, podéis saltaros el vídeo.
Pero Covey tiene un gran problema: es un mal sintetizador. Mal, por no decir pésimo. El autor te planta un libro de 300 páginas delante y se queda tan ancho. No me malinterpretéis: no me molesta leer libros largos, pero me molesta leer buenos libros, que podían haber sido geniales si hubieran tenido 100 páginas menos.
Porque sí, Stephen Covey lo explica todo muy bien y los 7 Hábitos son realmente interesantes, efectivos y aplicables, si se quiere. Pero no me cansaré de decirlo: se podía haber ahorrado páginas y hacernos a todos un favor; medioambiente incluido.
Ahora que ya lo he soltado, podemos comenzar con lo que nos interesa, que son Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva, así que, sin más interrupciones, aquí os los describo un poco más:
1. Ser proactivo
La gente reactiva centra sus esfuerzos en las cosas que no puede controlar, en vez de preocuparse en mejorar las que sí puede controlar. Por eso, Covey coloca la proactividad como el primero de los 7 Hábitos. Porque, aunque las quejas sean totalmente fundadas y objetivamente sea cierto que X aspecto es injusto, ilógico o incoherente, quejarse no ayuda en nada. Por lo que es mejor centrarse en todo lo que sí podemos controlar y ser proactivo.
El problema de este hábito es que centrarse en lo que se puede controlar supone un esfuerzo, un trabajo y una dedicación. Y nuestro cerebro, que siempre piensa en hacer el mínimo esfuerzo, prefiere elegir la queja por encima del trabajo. Por ello, la mayoría de la gente se queja, porque supone menos esfuerzo.
2. Empezar con un fin en mente
Imaginaos que estáis en un funeral. Entráis, os acercáis al ataúd y os dais cuenta de que estáis en vuestro funeral. En ese caso: ¿Qué diríais de vosotros mismos? ¿Estáis haciendo las cosas que os hacen ser quien os gustaría ser?
La mayoría de vosotros seguro que piensa en respuestas como estas (o parecidas):
-Me gustaría decir que fui un buen marido/mujer/padre/madre
-Me gustaría que me recordaran como alguien que aportó algo a la sociedad
En ese caso, centraos en ser consecuentes con vuestros deseos. Es decir: si quieres ser un buen marido/mujer, no llegues a casa y te pongas a discutir con tu pareja. Si quieres que te recuerden como alguien que aportó algo a la sociedad, no te quedes en tu zona de confort por miedo y lucha contra la mediocridad.
En el momento en el que os planteéis esa pregunta, la mayoría de vosotros, seguramente tendréis que reajustar cómo vivís si queréis que la respuesta sea la que tenéis en mente.
3. Poner primero, lo primero
Seguimos con las preguntas. Qué responderíais si os pregunto: ¿Qué es lo más importante para vosotros? Las respuestas más comunes a esta pregunta suelen ser o el bienestar de uno mismo o la familia y los amigos. Nunca responderíais a esta pregunta con respuestas como: ordenar papeles o ver la tele. ¿A qué no?
¿Pero cuántos de nosotros pasamos más tiempo organizando papeles o viendo la televisión que cuidando de nosotros mismos o mejorando nuestra relación con la familia y los amigos?
Al final, existe una total desconexión entre lo que decimos y la forma en la que organizamos nuestro tiempo y por ello hay que aprender a poner primero lo que para nosotros es más importante.
4. Pensar en ganar/ganar
En el caso de este hábito os voy a poner un ejemplo: yo soy la autora de este blog ¿verdad? Pues imaginaos que hay otra persona que también tiene un blog sobre libros y tanto esa persona, como yo, escribimos contenido muy interesante y alcanzamos una audiencia X.
Un día, descubro el blog de esa persona y lo comparto con mi audiencia: porque es genial y su contenido es muy interesante. ¿Cuál es el resultado de esa acción? Ahora esa persona tiene una audiencia mucho mayor leyendo su contenido.
Imaginaos que esa persona ve lo que ha pasado y piensa: ¿Quién es esta chica que ha compartido mi blog? Entonces le da por entrar en mi blog y leer mi contenido. Le gusta el contenido y decide compartirlo con su audiencia. ¿Cuál es el resultado de esa acción? Pues, igual que en el primer caso, ahora yo tendría una audiencia mucho mayor leyendo lo que publico todas las semanas.
Esta forma de actuar es muy distinta a la que estamos muchas veces más acostumbrados, que se parecería más a: dejar un comentario negativo en el blog de esa persona, pensando que así su audiencia terminaría, por la gracia de Steve Jobs, entrando en mi blog y leyendo sólo mi contenido.
Hay que empezar a pensar en ganar/ganar, es decir: no todo suma cero y no para que tu ganes algo, otra persona tiene que perder.
5. Buscar primero comprender, para luego ser comprendido
Como os habréis imaginado a estas alturas de la película, el blog no lo abrí para hablar con las paredes. El blog es para compartir mis experiencias, para que vosotros cambiéis de vida conmigo (si os apetece) y una de las herramientas que utilizo y que espero que vosotros utilicéis es la suscripción. Quiero que os suscribáis al blog. Eso es así.
Pero nunca veréis un post en el que os diga: POR FAVOR, mirad el trabajo que hay detrás, mirad la de horas que me he tirado escribiendo este post. Tenéis que suscribiros porque me lo he currado. ¿Por qué? Porque a NADIE le importa el tiempo que le he dedicado a un post. A nadie le interesa saber el trabajo que hay detrás del blog.
La verdadera pregunta, la pregunta que cuenta es: ¿Os aporta algo lo que yo escribo? Y ¿Por qué deberíais dedicar tiempo a suscribiros cuando podríais estar haciendo cualquier otra cosa? Al final lo importante es comprender primero y luego intentar ser comprendido.
6. Sinergizar
Para mi la sinergia es un poco como el gimnasio: sabes que está ahí, que mucha gente la utiliza y que te va a dar buenos resultados si le pones empeño. Pero acabas por no utilizarla nunca. Pero eso debe cambiar.
Imaginaos que estáis con otra persona más o menos de vuestra estatura frente a una estantería que, en la parte alta, tiene cinco botes de Nutella (si sois pro Nocilla, cambiad la palabra, que yo no voy a pelearme con nadie por este ejemplo). Intentáis cogerlos, pero sólo alcanzáis dos cada uno. ¿No es mejor ayudaros el uno al otro y llevaros los cinco botes?
Sabéis que la respuesta es sí, porque al final el todo es mejor que la suma de las partes. Si que es cierto, que no se puede utilizar la sinergia con todo el mundo, pero deberíais buscar siempre oportunidades para crear esa sinergia. Eso sí: si estáis en un supermercado y queréis cinco botes de Nutella, pedid por favor, ayuda a los empleados. Que no queremos detenciones en masa por sinergizar.
7. ‘Afilar la sierra’
Este Hábito también se explica con un ejemplo muy sencillo: un hombre intenta cortar un árbol con una sierra durante horas. Su vecino, que está hasta el moño del ruido y de ver que el pobre hombre no lo consigue, va a verle y le dice que si afilara la sierra, seguro que lo cortaría antes. ¿Qué le responde el hombre? Que afilar la sierra lleva mucho tiempo.
Sé que es un ejemplo que puede parecer gracioso y seguro que, muchos de vosotros, estáis pensando que el hombre podría haber ido a Leroy Merlin y comprarse una sierra eléctrica, que seguro que le habría llevado menos tiempo. Pero, en la vida diaria, nosotros nos comportamos como este señor todo el tiempo.
Somos incapaces de encontrar media hora, cuatro días a la semana, para hacer ejercicio y nuestra salud se deteriora progresivamente, hasta que hay personas que llegan a un punto que son incapaces físicamente, de ser efectivas. No podemos leer durante quince minutos al día y estimular la mente, porque no tenemos tiempo. La respuesta (excusa) que ponemos muchas veces es la misma: no tenemos tiempo.
Eso sí, luego pedimos milagros a Lourdes y queremos que nos den atajos para ser efectivos, perder 10kg en cuatro días y rejuvenecer veinte años en un mes. Lo dicho: más vale pensar a largo plazo y gestionar nuestro tiempo de otra forma. Y los milagros, a Lourdes.
¿Leerlo o no leerlo?
A grandes rasgos, Covey nos da un marco mucho más general de reflexión para tener una vida mejor. A diferencia de otros libros como La Semana Laboral de 4 Horas, Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva es un libro mucho menos práctico y más reflexivo, que os impactará de una forma muy distinta, dependiendo del momento que estéis viviendo ahora mismo.
El autor no da una lista de cosas que hacer justo cuando acabemos de leer el libro, sino que proporciona un mensaje mucho más universal, que puede variar incluso de una lectura a otra.
Más allá de mi opinión sobre la longitud del libro, creo que el mensaje que transmite Covey es muy válido y muy necesario, para poder ver la vida desde una perspectiva mucho más eficiente y poder vivirla, cada uno, como realmente quiere.
Lo que me gusta de este libro:
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