Me parece que Robin Sharma va a tener que ponerse las pilas y escribir unos cinco o seis libros más, porque me estoy quedando sin títulos del autor por leer. Después de El Monje que Vendió su Ferrari y sus dos otros libros vinculados con ese personaje (os dejo el segundo y el tercer post por aquí, por si no los habéis leído), decidí que era hora de leer otro de los títulos de Sharma que más me han recomendado: El Santo, El Surfista y El Ejecutivo.

Si en vez de leer el post preferís ver la reseña en vídeo, os dejo aquí el enlace a mi canal de Youtube, donde la podéis ver. Si preferís seguir leyendo, podéis saltaros el vídeo.

Pese a que El Monje ya no es el protagonista, el tono del libro es parecido: tenemos a un protagonista al que le sucede algo inesperado y que, a partir de ese momento, decide dar un cambio a su vida y aprender cómo vivir una vida mucho más feliz y plena.

En este caso, el protagonista es Jack Valentine, un abogado de éxito que un buen día tiene un accidente de coche y termina gravemente herido en el hospital. Tras el accidente, Jack emprende un viaje para conocerse a sí mismo y conseguir ser feliz con su vida. Lo curioso de esta historia es que el viaje no es solo interior, ya que a Jack le toca viajar a tres puntos del planeta para poder responder a tres preguntas vitales:

  • En Roma conoce al Padre Mike (El Santo) y responde a la pregunta ¿Viví sabiamente?
  • En Hawai le toca aprender de Moe Jackson (El Surfista) para responder a ¿Amé bien?
  • Y termina en Nueva York, donde conoce a Tess Welch (La Ejecutiva) y responde a la pregunta: ¿Serví suficiente?

De esos tres destinos con esos tres profesores, he querido recopilar las principales enseñanzas que Jack Valentine se lleva en la maleta, porque creo que son útiles para cualquiera de nosotros y no las deberíamos olvidar.

  1. El trabajo más importante de cualquier ser humano es su trabajo interior. Tenemos que recordar a diario que nosotros somos lo más importante. Por lo tanto, debemos hacer cada día, algo para profundizar en nosotros mismos. Porque para tener la vida que queremos, debemos convertirnos primero en quien realmente somos.
  2. Ver la vida como una fantástica escuela de crecimiento. Todo lo que experimentamos, tanto lo bueno como lo que nos desafía, nos sucede para enseñarnos una lección de vida que teníamos que aprender en ese momento de nuestra evolución como personas. Hay que entender esto, para poder preguntarnos cada vez que conozcamos a alguien o nos pase algo: ¿Qué oportunidad representa esta persona o situación en relación a nuestro crecimiento personal?.
  3. Ser fieles a nosotros mismos, no traicionarnos. La mejor vida que podemos vivir es la vida auténtica, así que hay que tener el coraje de quitarnos la máscara social y presentar nuestro verdadero yo al mundo.
  4. Recogemos lo que proyectamos. Nuestra vida exterior es un espejo de nuestra vida interior. Tenemos que aprender a iluminar nuestro lado oscuro, a darnos cuenta de nuestras falsas suposiciones y creencias limitadoras, para que nuestro mundo exterior cambie.
  5. Vemos lo mundo no como es, sino como nosotros somos. Hay que ser conscientes de que la verdad sobre cualquier circunstancia siempre está filtrada por nuestra vidriera personal, es decir, por nuestro contexto. Debemos limpiar ese cristal, para poder limpiar nuestra vida y ver así la verdad.
  6. Vivir en nuestro corazón. El conocimiento del corazón nunca miente. Si seguimos las indicaciones del corazón, siempre iremos en la dirección de nuestro destino.
  7. Vivir en la curiosidad de nuestra vida. Al entregar el control, creamos un espacio en el que pueden entrar nuevas posibilidades.
  8. Cuidarnos a nosotros mismos. Debemos recordar hacer, cada día, algo para nutrir nuestra mente, cuerpo y espiritu. El objetivo es llevar a cabo, todos los días, actos de respeto y amor por nosotros mismos.
  9. Construir conexiones humanas. Olvidar que estamos en este mundo para enriquecerlo es olvidar la verdad y traicionarnos a nosotros mismos. Tenemos que centrarnos en ayudar a otros a cumplir sus sueños y preocuparnos más de servir a otros, que de nuestra gratificación personal. Hay que profundizar nuestros lazos con las personas que tenemos alrededor.
  10. Dejar un legado. Otra de las cosas que no hay que olvidar es que el anhelo más profundo del corazón humano es la necesidad de vivir por una causa mayor que uno mismo.

Pese a que la estructura del libro puede hacerse algo repetitiva, si ya habéis leído otros libros de Robin Sharma antes, creo que la enseñanzas que los tres maestros le transmiten al protagonista son de las que no deberían olvidarse, por eso mi calificación ha sido algo un poco mejor.

Creo que, tras cuatro libros y un post de recomendaciones, voy a descansar un poco de Robin Sharma y pasaré a otros autores que tengo pendientes, porque la lista de libros por leer no para de crecer, así que habrá que ponerse manos a la obra.

Leave a Response