Voy tarde. Sí, lo siento, pero voy tarde. Pero creo que, pese a ir con retraso, en este caso lo que este libro os puede enseñar vale la demora. Y tampoco creo que influya excesivamente, pero yo os cuento qué ha pasado.

Robin Sharma, el autor de este libro, pide a los que lo lean, que compartan lo que hayan aprendido del título con sus conocidos una vez lo hayan terminado. Sí, un día o dos días después de haber terminado el libro.

Según mi perfil de GoodReads, el libro lo terminé el 12 de noviembre, por lo que voy casi dos meses tarde. Pero, tal y como os he dicho, creo que las enseñanzas del libro se pueden compartir en cualquier momento. Y como este post podéis leerlo cuando queráis, estará aquí para que lo consultéis, aunque hayan pasado seis meses desde que terminé de leer el libro.

Y sí, para los que os lo estéis preguntado, este es el mismo Robin Sharma de El Monje que Vendió su Ferrari, 8 Claves del Liderazgo del Monje que Vendió su Ferrari y todo el resto de libros que terminen por Monje que Vendió su Ferrari.

Sharma me ha tenido en un bucle de algunas semanas y me he leído varios libros suyos seguidos, así que por eso lo habéis visto por el blog bastante últimamente.

En este caso, la fábula que utiliza para enmarcar las enseñanzas que quiere difundir empieza con una escena que os dejará algo pasmados y que consigue enganchar a cualquier a la silla: Dar, el protagonista, está a punto de suicidarse.

 

 

De ese inicio chocante, Sharma empieza a construir una historia que, en ocasiones, se come un poco las enseñanzas y que parece demasiado bien construida. Aún así, me parece un libro muy recomendable y del que se pueden extraer lecciones de esas que se apuntan en un post it y se cuelgan por toda la casa (sí, soy de las personas que hacen esas cosas).

El libro de Sharma se construye a partir de las siete virtudes de la vida iluminada, que se explican con la ayuda de historias, frases célebres y símbolos:

Dominar tu mente

Este es el primer principio de los que se describen en el libro y nos habla de que sólo permitamos que nuestramente acepte pensamientos positivos. No os preocupéis por el pasado o por las malas experiencias, ya que no hay malas experiencias. Todo lo que vivimos se convierte en lecciones de las que aprender, así que si queremos vivir nuestra vida al máximo, hay que vigilar con cautela la puerta a nuestra mente y no permitir que entren a través de ella pensamientos negativos. Si hay una falta en nuestra vida es sólo porque hay una falta en nuestros pensamientos.

Seguir tu Propósito

Descubre el propósito de tu vida y establece metas claras para lograrlo. Además, hay que tener el valor de actuar en consecuencia, una vez establecemos esas metas, porque una vida sin propósito, es una vida desperdiciada.
Nunca hay que hacer algo porque “hay que hacerlo”. La única razón para hacer algo es porque lo deseamos y porque sabemos que es lo correcto para nosotros.

Practicar el Kaizen

Practicar el Kaizen significa alcanzar el autodominio a través de la auto-mejora continua. Tenemos que mejorar nosotros mismos regularmente, ponernos a prueba y no restringir nuestros límites. Hay que aprender a identificar las cosas que nos detienen, nuestras debilidades. Y una vez las hemos identificado, hay que enfrentarlas y atacarlas. Los miedos no son más que una conciencia negativa.

Vivir con disciplina

Es muy importante construir nuestra fuerza de voluntad y para ello es esencial dar pequeños pasos de disciplina personal todos los días. Tener fuerza de voluntad y disciplina en abundancia es uno de los principales atributos de todos aquellos con caracter fuerte y vidas extraordinarias.

Respetar tu tiempo

El tiempo es nuestro bien más preciado y no es un bien renovable. Tenemos que planificar nuestros días y dedicar tiempo a verificar que estamos equilibrados en el uso de nuestro tiempo. De este modo, no sólo nos sentiremos más productivos, sino que seremos mucho más felices. No debemos hacer que nuestra vida sea agitada diciendo que nos falta tiempo, porque lo que realmente nos falta es saber administrar nuestro tiempo. Hay que aprender a hacer tiempo para todas esas cosas que nos hacen felices y simplifican nuestras vidas. Enfocar nuestras prioridades y mantener el equilibrio, recordando siempre que las personas iluminadas son personas dirigidas por la prioridad.

Servir desinteresadamente a otros

Cuando se trabaja por mejorar la vida de otros, nuestra vida se ve elevada en el proceso. Lo más noble que podemos hacer es dar a los demás. No importa lo que hayamos logrado hasta ahora, no importa cuánto cobramos o nuestra cuenta bancaria, no importa el coche que conduzcamos. La calidad de nuestra vida dependerá de la calidad de nuestra contribución a los demás.
Es por eso que hay que tratar de dar a la gente todo lo que tengamos: dinero, sabiduría o cualquier cosa de la que seamos capaces.
Nacimos llorando mientras el resto del mundo se regocijaba, pero deberíamos vivir nuestra vida de una forma que, el día que muramos, seamos nosotros los que nos regocijemos, mientras el resto del mundo sea el que llora nuestra pérdida.

Aceptar el presente

Vivir en el ahora, hacer las cosas que nos gusta hacer, ahora mismo. No hay que retrasar las cosas que queremos hacer de todo corazón para un futuro. El mejor día para hacer algo es ahora mismo y no hay que arruinar el presente pensando en el pasado o en el futuro. Hay que aprender a disfrutar del camino, de sus etapas y del presente. La felicidad está en el viaje, en el camino, y no en el destino final.

 

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